En este proyecto, el paisaje es trabajado desde la experimentación plástica introduciéndose en un marco de factoría. Como en un laboratorio de pruebas, es expuesto como producto o parte de un proceso activo, de la misma manera en que se transforma en la Naturaleza o mediante la intervención humana. El territorio o más bien su mecanismo de cambio es traducido en una manipulación consciente tanto cromática como de surrealismo espacial.

Para el desarrollo de esta linea de trabajo, se han documentado desde refugios de la Guerra Fría hasta fábricas textiles, presas hidráulicas, estaciones subterráneas y otros lugares que por su rareza y frialdad como entornos vacíos, se han manipulado para convertirlos en maquinarias inexistentes. Los espacios generados albergan fragmentos de paisaje o territorios procedentes tanto de las periferias urbanas como de parajes protegidos, simas naturales o regiones volcánicas. Sin embargo, las imágenes parecen sufrir un proceso de filtrado en su cadena de exhibición o mutación química, una doble realidad que augura un umbral entre dos tiempos no tangibles, un portal que invita a introducirse y ser atravesado de manera frontal y directa. ‘La fábrica de paisajes’ busca una reflexión y enfrentamiento en torno a la génesis del cambio declinándose hacia una sintaxis bidireccional. De este modo, la Naturaleza se muestra como producto de una artificialidad industrial o tecnológica, y ésta como fuente de generación y transformación.

Para el espectador quedan abiertas todas las lecturas que en su imaginación y reflexión tengan cabida. La intriga o la incertidumbre son servidas con la intención de atraer la mirada hacia un instante de extrañeza, de calma contenida, de silencio a punto de quebrarse, de musicalidad ahogada… porque la imagen no siempre es explícita, porque a veces nos podemos sentir libres para completarla, compartirla y por qué no, hacerla nuestra.